La radiactividad es un fenómeno físico, natural o artificial, sujeto a una estricta vigilancia en los alimentario , medioambiental , nuclear y sanitario. Si bien algunas fuentes radiactivas se utilizan con fines médicos o industriales, la exposición incontrolada supone graves riesgos para la salud humana y el medio ambiente. La contaminación accidental o derivada de importaciones mal controladas puede provocar la presencia de radionucleidos en alimentos, agua o materiales. Para garantizar la seguridad de los productos y el cumplimiento normativo, se requieren análisis radiológicos específicos, como la espectrometría gamma o la medición de tritio. Este artículo examina los orígenes de la radiactividad, sus posibles impactos, los requisitos normativos y los métodos analíticos para su detección en diferentes matrices.
Tabla de contenido
Introducción
Un fenómeno físico fundamental
La radiactividad se refiere a la propiedad de ciertos núcleos atómicos inestables de desintegrarse espontáneamente, emitiendo radiación. Esta emisión puede ser de tres tipos: alfa (partículas compuestas por dos protones y dos neutrones), beta (electrones o positrones) y gamma (radiación electromagnética de alta energía). Estos rayos, al interactuar con la materia, pueden alterar las estructuras moleculares, causar mutaciones o generar calor.
Este fenómeno fue descubierto a finales del siglo XIX por Henri Becquerel y posteriormente estudiado en profundidad por Marie y Pierre Curie. Es la base de numerosos avances científicos y tecnológicos, especialmente en los campos de la energía nuclear, la medicina (radioterapia, imagenología) y la investigación básica.
Una presencia natural… pero también antropogénica
La radiactividad existe de forma natural: se encuentra en las rocas, el suelo, el agua, el aire e incluso en nuestro propio cuerpo. Los principales radionucleidos naturales provienen de las cadenas de desintegración del uranio-238, el torio-232 y el potasio-40. Estos elementos han estado presentes desde la formación de la Tierra.
Sin embargo, ciertas actividades humanas han generado o liberado radionucleidos artificiales al medio ambiente. Esto ocurre, en particular, con las pruebas nucleares atmosféricas, los accidentes graves (Chernóbil, Fukushima) o el uso civil y militar de la energía nuclear. Estas contaminaciones requieren una vigilancia rigurosa para prevenir riesgos para la salud y el medio ambiente.
Un gran desafío para la industria y la sociedad
El control de la radiactividad se ha convertido en un tema transversal. Afecta tanto a los operadores de instalaciones nucleares como a los profesionales de la construcción, los fabricantes de alimentos, las autoridades sanitarias y las autoridades locales.
Si no se controla, la radiación ionizante puede causar efectos nocivos para la salud humana (cáncer, daño genético) y tener un impacto duradero en los ecosistemas. Por ello, las regulaciones imponen umbrales de exposición, límites de contaminación y requisitos de monitoreo en una amplia gama de sectores.
¿Qué es la radiactividad?
El principio de la desintegración nuclear
La radiactividad es el resultado de un fenómeno físico fundamental: la desintegración de un núcleo atómico inestable. Un átomo inestable busca recuperar una configuración más estable expulsando energía en forma de partículas o radiación electromagnética. Esta transformación puede dar lugar a un átomo diferente, llamado isótopo hijo o de desintegración, que puede ser radiactivo, formando así una cadena de desintegración.
Este proceso es aleatorio, pero estadísticamente predecible, y se mide mediante un parámetro clave: la vida media. Este es el tiempo que tarda en desintegrarse la mitad de los núcleos de una muestra dada. La vida media puede variar desde unos pocos milisegundos hasta varios miles de millones de años, dependiendo del isótopo en cuestión.
Los tres tipos de radiación ionizante
La radiactividad se expresa mediante la emisión de tres tipos principales de radiación ionizante:
- Radiación alfa (α) : Compuesta por dos protones y dos neutrones, es relativamente pesada y de baja penetración. Puede ser detenida por una simple hoja de papel o la capa superficial de la piel, pero es peligrosa si se inhala o se ingiere.
- Radiación beta (β) : Son electrones (beta negativos) o positrones (beta positivos) emitidos durante la transformación de un neutrón o un protón en el núcleo. Más penetrante que la alfa, puede ser bloqueada por unos pocos milímetros de aluminio.
- Radiación gamma (γ) : Se trata de una onda electromagnética de muy alta energía emitida durante la reorganización del núcleo tras la desintegración alfa o beta. Altamente penetrante, requiere un blindaje resistente, como plomo u hormigón, para atenuarse eficazmente.
Estos rayos interactúan con la materia y pueden ionizar los átomos, es decir, despojarlos de electrones, creando radicales libres que pueden degradar las estructuras y materiales biológicos.
Radiactividad natural y radiactividad artificial
La radiactividad ha estado presente en el medio ambiente desde el origen de la Tierra. Existen diversas fuentes naturales:
- Radionucleidos primordiales (presentes desde la formación del planeta) como el uranio 238, el torio 232 y el potasio 40.
- Radionucleidos cosmogénicos , producidos por la interacción de los rayos cósmicos con la atmósfera (por ejemplo, carbono 14, berilio 7).
- Los descendientes radiactivos de estos elementos, en particular el radón 222, un gas raro derivado del uranio, que se vigila de cerca por su toxicidad pulmonar.
radionucleidos artificiales , producidos por la actividad humana. Provienen de:
- Pruebas nucleares atmosféricas realizadas entre 1945 y la década de 1980.
- Accidentes graves (Chernóbil en 1986, Fukushima en 2011).
- Vertidos controlados de centrales nucleares e instalaciones médicas o industriales.
- Dispositivos de radioterapia, imagenología o esterilización.

Los principales radionucleidos monitoreados en el laboratorio
Isótopos con comportamientos variados
Los radionucleidos analizados en laboratorios difieren en su naturaleza (alfa, beta, gamma), su vida media, su movilidad en el medio ambiente, su toxicidad y su origen (natural o artificial). Por lo tanto, los laboratorios deben adaptar sus métodos en función de los isótopos buscados, la matriz analizada (agua, suelo, aire, alimentos, material) y los objetivos de monitorización (sanitarios, ambientales, regulatorios).
Los isótopos más estrechamente monitoreados
- Cesio 134 y 137 : Producidos a partir de accidentes nucleares o pruebas militares, estos isótopos artificiales emiten radiación beta y gamma. El cesio 137 tiene una vida media de 30 años y se une fácilmente a los tejidos biológicos. Se detecta con frecuencia en el suelo, hongos, productos agrícolas y alimentos importados.
- Yodo 131 : Radioisótopo con una vida media corta (8 días), asociado a emisiones de centrales nucleares y accidentes. Altamente móvil en el medio ambiente, se acumula en la tiroides. Se vigila especialmente su presencia en productos lácteos, verduras de hoja verde y agua potable tras un accidente nuclear.
- Estroncio 90 : Un emisor beta puro, imita al calcio y se une a los huesos. Su vida media es de 28,8 años. Proviene principalmente de pruebas nucleares y accidentes graves. Su análisis requiere una compleja separación química.
- Uranio 238, Torio 232 : Presentes de forma natural en la corteza terrestre, estos isótopos pesados son responsables de largas cadenas de desintegración radiactiva. Se monitorizan en materiales de construcción, áridos, aguas subterráneas y emplazamientos industriales.
- Radón 222 : Gas radiactivo resultante de la desintegración del uranio 238. Se difunde en el aire y se acumula en espacios reducidos (viviendas, sótanos, edificios públicos). Es la principal causa de cáncer de pulmón en no fumadores. Su medición es esencial para la protección radiológica.
- Plutonio 238 y americio 241 : radionucleidos artificiales emisores de radiactividad alfa, presentes en residuos radiactivos, suelos contaminados o ciertos materiales industriales. Requieren técnicas de espectrometría alfa de alta sensibilidad.
Sectores afectados por los análisis de radiactividad
Monitoreo ambiental
El monitoreo de la radiactividad ambiental es un requisito regulatorio en muchos países. Se realizan análisis para monitorear los niveles de contaminación en aguas superficiales, subterráneas, suelo, sedimentos y aire ambiente. Estos análisis son particularmente importantes cerca de plantas nucleares, antiguas zonas mineras o como parte de proyectos de descontaminación. Las campañas de muestreo ayudan a detectar anomalías, evaluar el impacto de las instalaciones y garantizar el cumplimiento de las normas ambientales.
Agroalimentación e importación-exportación
La contaminación radiactiva de los alimentos constituye un grave problema de seguridad sanitaria. Desde los accidentes de Chernóbil y Fukushima, la legislación europea ha impuesto umbrales de contaminación estrictos en los alimentos comercializados. Los productos vegetales (champiñones, algas, frutos secos), los productos animales (leche, carne, pescado) y los suplementos alimenticios deben someterse a pruebas para detectar la ausencia de radionucleidos como el cesio o el yodo. Estas comprobaciones son obligatorias para las importaciones procedentes de zonas sensibles.
Salud humana y animal
En el ámbito médico, la radiactividad se utiliza con fines diagnósticos o terapéuticos (radioterapia, medicina nuclear). Los controles son necesarios para garantizar la seguridad de los pacientes y del personal expuesto. En el sector veterinario, se utilizan ciertos análisis para detectar la contaminación del pienso o la exposición del ganado a fuentes radiactivas.
Materiales de construcción e industrias extractivas
Algunas materias primas (granitos, fosfoyesos, tierras raras) pueden contener altos niveles de radiactividad natural. Se requieren análisis para evaluar los riesgos asociados a su uso en la construcción, la infraestructura o la fabricación industrial. También deben implementarse medidas específicas en los lugares donde se extraen, procesan o almacenan estos materiales.
Residuos industriales y desmantelamiento nuclear
La gestión de residuos que contienen radionucleidos requiere una caracterización radiológica precisa. Ya sea que los residuos provengan de instalaciones nucleares, industrias químicas o emplazamientos contaminados, los análisis permiten clasificarlos, definir su método de tratamiento y su ruta de eliminación. También son esenciales en las operaciones de desmantelamiento o descontaminación.
Protección radiológica y seguridad en el trabajo
Las empresas que exponen a sus empleados a fuentes de radiación ionizante deben implementar medidas de protección radiológica. Esto incluye la monitorización dosimétrica de los trabajadores, la monitorización del entorno radiológico y la verificación de la ausencia de contaminación en equipos o efluentes. Los análisis de laboratorio permiten identificar los isótopos presentes, cuantificar la exposición y ajustar los protocolos de seguridad.
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Cuestiones reglamentarias relacionadas con la radiactividad
Un marco jurídico europeo estructurante
En Europa, la gestión del riesgo radiológico se basa principalmente en las directivas y reglamentos de la Unión Europea derivados de los grandes incidentes nucleares de los siglos XX y XXI. Entre los textos de referencia, varios son vinculantes para los Estados miembros:
- La Directiva 2013/51/EURATOM establece requisitos para la protección de la salud de la población frente a las sustancias radiactivas presentes en el agua destinada al consumo humano. Exige un control riguroso del tritio, la actividad alfa global y la actividad beta residual.
- El Reglamento (UE) 2016/52 establece los niveles máximos permisibles de contaminación radiactiva con yodo-131 , cesio-134 , cesio-137 , estroncio-90 y plutonio-239 en alimentos y piensos tras un accidente nuclear o una emergencia radiológica.
- El Reglamento (UE) 2020/1158 regula las condiciones de importación de alimentos y piensos procedentes de terceros países tras el accidente de Chernóbil. Establece umbrales de contaminación por radionucleidos para diversos grupos de alimentos (lácteos, carne, pescado, cereales, setas, etc.).
- El Reglamento (CE) n° 1048/2009 , que modifica el Reglamento (CE) n° 733/2008, especifica que la radiactividad acumulada del cesio 134 y del cesio 137 no debe superar los 600 Bq/kg en los productos alimenticios importados.
Estos textos se aplican a todos los operadores económicos que participan en la producción, importación, transformación o distribución de productos alimenticios, materiales, sustancias o productos que puedan contener radionucleidos.
Obligaciones específicas para los fabricantes
Los fabricantes sujetos a estas regulaciones deben implementar controles analíticos adecuados para demostrar la conformidad de sus productos. Esto implica:
- La identificación de radionucleidos potencialmente presentes en materias primas, productos terminados o efluentes.
- Cumplimiento de los umbrales reglamentarios de actividad de masa o volumen (expresada en Bq/kg o Bq/L).
- La implementación de planes de muestreo representativo.
- Envío de muestras a laboratorios acreditados según la ISO/IEC 17025 y, en su caso, reconocidos por las autoridades competentes (COFRAC en Francia).
Los resultados de los análisis deben archivarse, rastrearse y ponerse a disposición de las autoridades en caso de una inspección o auditoría regulatoria. Si se superan los umbrales, deben tomarse medidas correctivas inmediatas (bloqueo de lotes, retirada de productos, investigación del origen de la contaminación, etc.).
La importancia de estandarizar los métodos analíticos
Para garantizar la armonización y fiabilidad de los resultados, los métodos analíticos deben cumplir con protocolos validados y estandarizados. Diversas normas rigen las técnicas de medición de radionúclidos según las matrices:
- NF EN ISO 9696 : determinación de la actividad alfa global en agua.
- NF EN ISO 13160 : determinación de tritio por centelleo líquido.
- NF ISO 18589-1 a 6 : protocolos de muestreo y medición de radiactividad en suelos.
- NF EN 61577 : métodos de medición del radón en el aire.
El cumplimiento de estas normas no sólo garantiza la comparabilidad de datos entre laboratorios, sino que también cumple con los requisitos de los organismos de certificación y las autoridades de salud pública.
Una cuestión de responsabilidad colectiva
Las regulaciones sobre radiactividad no solo buscan el cumplimiento administrativo. Forman parte de una lógica de protección de la salud pública , preservación de los recursos naturales y gestión sostenible de los riesgos tecnológicos . Cada actor —productor, procesador, importador, distribuidor— es responsable de controlar la radiactividad en sus flujos y debe poder demostrar su trazabilidad.
Métodos de laboratorio de análisis de radiactividad
Las principales familias de técnicas de medición
Los métodos analíticos varían según la naturaleza de la radiación emitida por los radionucleidos objetivo. Cada técnica presenta ventajas específicas según la matriz a analizar y la sensibilidad requerida.
- Espectrometría gamma : Este es el método de referencia para la identificación y cuantificación de radionucleidos emisores de rayos gamma, como el cesio-137, el cobalto-60 o el potasio-40. Se basa en la detección de fotones gamma mediante un detector de germanio de alta resolución. Permite un análisis no destructivo, directo y multiisotópico.
- Espectrometría alfa : Se utiliza para medir radionucleidos emisores de luz alfa, como el plutonio-239 o el americio-241. Esta técnica requiere separación química previa, ya que los rayos alfa tienen una penetración débil. Es especialmente adecuada para matrices complejas como suelos o residuos.
- Centelleo líquido : Este método se utiliza para emisores beta de baja energía (tritio, carbono-14). Consiste en mezclar la muestra con un líquido centelleante, que emite luz al ser incidido por la radiación. La luz se convierte posteriormente en una señal eléctrica mediante un fotomultiplicador.
- Conteo beta : Técnica adecuada para radionucleidos beta como el estroncio-90. El conteo se realiza tras la separación química en detectores de bajo fondo. Este método requiere una preparación precisa y una calibración regular.
- Dosimetría pasiva o activa : Se utiliza para monitorizar la exposición del personal a la radiación ionizante. Se basa en dispositivos portátiles como películas dosimétricas, detectores termoluminiscentes (TLD) o cámaras de ionización.
- Medición de radón : El radón 222 se analiza mediante dosímetros pasivos (película LR115) o detectores electrónicos continuos. Los instrumentos se instalan en espacios habitables o de trabajo para medir la exposición promedio durante varios días o semanas.
Parámetros analíticos a considerar
Cada método de análisis se basa en parámetros técnicos específicos, que determinan la calidad y representatividad de los resultados.
- Actividad específica : Se expresa en bequerelios por unidad de masa o volumen (Bq/kg, Bq/L). Permite comparar los niveles de radiactividad entre diferentes matrices.
- Límite de Detección (LD) y Límite de Cuantificación (LC) : Estos umbrales definen la capacidad del método para detectar o cuantificar un radionúclido. Algunas técnicas pueden reducir la concentración hasta unos pocos mBq/kg, dependiendo del isótopo.
- Tiempo de conteo : Corresponde al tiempo necesario para obtener una señal fiable. Cuanto menor sea la radiactividad, mayor será el tiempo de medición (de varias horas a varios días).
- Preparación de la muestra : Dependiendo de la matriz, pueden requerirse diferentes pasos: filtración, evaporación, calcinación, digestión ácida o separación química. Esta fase es esencial para aislar el isótopo objetivo y eliminar interferencias.
- Embalaje : Las muestras deben almacenarse en recipientes adecuados (frascos herméticos, cápsulas protegidas) para evitar cualquier pérdida o contaminación cruzada.

Ejemplos de análisis matriciales
Agua potable, agua natural y efluentes
El análisis de radiactividad en el agua es esencial para la monitorización ambiental y la seguridad sanitaria. Se aplica a diversos tipos de agua: agua de consumo humano, aguas superficiales, aguas subterráneas, agua de pozo, agua de piscinas, aguas termales e incluso efluentes industriales.
Los análisis más comunes se refieren a:
- Actividad alfa global y beta global , indicadores generales de contaminación.
- Tritio (H-3) , buscado especialmente alrededor de las centrales nucleares.
- Radón 222 , en aguas de manantial o de cuencas subterráneas.
- Isótopos emisores de rayos gamma (Cs-137, Co-60, I-131) según normativa vigente.
Las muestras deben recolectarse en frascos de plástico o vidrio herméticos y sin burbujas, a veces acidificados para estabilizar los radionucleidos disueltos. Los análisis pueden utilizar centelleo líquido, espectrometría gamma o métodos combinados tras la evaporación.
Suelos y sedimentos
Los análisis de suelos y sedimentos se utilizan para evaluar la contaminación radiactiva de un sitio, monitorear el impacto de una instalación industrial o caracterizar materiales peligrosos. Estas matrices son complejas y requieren una preparación exhaustiva (secado, tamizado, molienda, fusión o digestión ácida).
Los radionucleidos que se buscan con frecuencia son:
- Elementos naturales como el uranio, torio, potasio 40.
- Elementos artificiales como el cesio 137, el estroncio 90 o el plutonio 239.
Los análisis se llevan a cabo mediante espectrometría gamma, espectrometría alfa o recuento beta después de la separación química.
Productos alimenticios y suplementos nutricionales
El control radiológico de los alimentos es un requisito reglamentario para productos procedentes de zonas sensibles o importados de terceros países. Las matrices en cuestión incluyen:
- Plantas : setas, bayas, verduras de hoja, algas, plantas aromáticas .
- Productos animales : carne, leche, huevos, pescado, mariscos.
- Productos elaborados : aceites esenciales, especias, complementos alimenticios.
Los radionucleidos más monitoreados son el cesio 134/137, el yodo 131, el estroncio 90 y el potasio 40. Las muestras se homogeneizan, a veces se mineralizan, y se analizan mediante espectrometría gamma o centelleo líquido. Los límites de detección deben ser lo suficientemente bajos para garantizar el cumplimiento de los límites establecidos por la Unión Europea.
Materiales de construcción y materias primas
Algunos materiales utilizados en la construcción pueden contener radionucleidos naturales en concentraciones significativas, entre ellos:
- Granito, bauxita, yeso fosfatado, arcillas, circón.
- Cenizas volantes o residuos industriales recuperados en hormigón.
El análisis tiene como objetivo evaluar el índice de emisión gamma o el potencial radiológico de los materiales, con el fin de limitar la exposición de los ocupantes. También se realizan mediciones específicas en materiales reciclados o procedentes de zonas industriales contaminadas.
Matrices biológicas: orina, leche, tejidos
En ciertos contextos específicos (accidentes, vigilancia ocupacional, investigación médica), se realizan análisis en matrices biológicas humanas o animales. Los objetivos son múltiples: evaluar la exposición interna, verificar la absorción accidental o documentar la contaminación ambiental.
Los análisis pueden referirse a:
- Orina , para detectar tritio, uranio o plutonio.
- Leche , para medir la contaminación por estroncio o yodo 131.
- Tejidos u órganos , en un contexto médico-legal o epidemiológico.
Estos análisis requieren una preparación delicada y técnicas de separación complejas, combinadas con mediciones por espectrometría alfa o centelleo líquido.
Cada tipo de matriz impone sus propias limitaciones y requiere una experiencia analítica adecuada. La elección del protocolo, la sensibilidad del método, la trazabilidad del muestreo y el cumplimiento de las normas garantizan la fiabilidad de los resultados obtenidos.
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